La desconfianza y su verdadero acecho
El nuestro es uno de los países más desconfiados del planeta, un fenómeno que no es reciente, sino de antigua data. Es probable que buena parte de los anuncios realizados la noche del martes por la Presidenta Michelle Bachelet reconozcan ese fenómeno de manera implícita.
Resulta evidente que debe regularse la relación entre los negocios y la política, pero no para negarla, sino para transparentarla, tal como debe ser cualquier vínculo entre partes.
Desconocer que ello existe y que ha marcado la historia y el poder, es derechamente una ingenuidad.
Las sociedades y las relaciones son dinámicas y lo que ayer se toleraba, hoy no resulta aceptable. La discusión actual se vincula con los nuevos estándares del país, con el apuntar que vivimos en una sociedad compleja que tiene nuevas preocupaciones.
Es cierto, los cambios deben tener un correlato que reconozca aquello, pero también que tenga pies en la realidad, a fin de concretar transformaciones plausibles y no meras ilusiones.
Lo negativo es que ninguna medida anunciada por la Mandataria contempla esta realidad.
¿Qué hacemos con el deterioro de la credibilidad?
Las sociedades avanzan cuando se confía en el otro, cuando existen grupos que entienden que el éxito del conjunto es también el propio y se asume que eso es el eje del progreso.
Queda cierta impresión de que en parte importante del mensaje, que deberá ser revisado por el Parlamento, subyace la profunda desconfianza, con poco remedio, en los distintos estamentos de la sociedad, privados y públicos.
Y aquí se debe ser categórico. No es cierto que todos los políticos son corruptos, o que los empresarios sólo piensan en su lucro personal y son indiferentes al desarrollo país. Esa mirada es errada y sesgada, seguramente promovida por el momento político del país que vive una coyuntura en que muchos exigen medidas drásticas, pero tienen poco que proponer. Es cierto -recalcamos- hay mucho que mejorar, legislar y cautelar, pero construyamos con confianza en el otro, no asumiendo que la excepción es la norma.