Celebran el matrimonio de los jóvenes fallecidos hace un año en un accidente
promesa. Una emotiva ceremonia se vivió ayer en el Cementerio Municipal de Copiapó, donde los ataúdes de los enamorados fueron adornados con trajes de novio y novia. Finalmente ambos fueron enterrados juntos.
Sin duda la mañana de ayer fue sumamente especial para los familiares de Jazmín Monroy y Yahir Iribarren, jóvenes que hace más de un año fallecieron en un accidente de tránsito en la Avenida Copayapu.
En el cementerio general, los cercanos se reunían para cumplir una promesa que habían hecho luego del trágico choque con una palmera ese 27 de abril en 2014.
Los familiares prometieron que serían sepultados juntos, luego de quedar separados durante los funerales realizados hace un año.
Los preparativos comenzaron temprano cuando los cercanos del novio acomodaron todo para que el ataúd del joven quedara con su traje impecable para así iniciar el camino en busca del amor de toda la vida, Jazmín, cuyo féretro de reluciente vestido blanco le esperaba en un sector de cementerio municipal de Copiapó.
Allí ambas familias se unían en torno al inicio de la ceremonia simbólica. Era un cuento mágico de amor que se logró concretar cuando el sacerdote realizó la unión sagrada.
El vínculo que habitualmente se celebra al interior de una iglesia, esta vez se hizo en el cementerio.
Fueron los familiares de los enamorados los que quisieron cumplir el deseo que tenía la pareja, que hace un año debieron ser sepultados un tanto alejados el uno del otro, pero que ahora están juntos. Esto debía ocurrir el lunes para conmemorar un año de su partida, desafortunadamente la emergencia provocada por el aluvión en Copiapó impidió que este sueño se realizara en ese momento.
Ceremonia
Ante un marco de asistencia que superaba las 200 personas, la pareja de adolescentes fue unida en el sagrado vínculo. Los jóvenes, ambos hinchas de la Universidad de Chile, fueron recibidos en una nueva morada que fue decorada con los colores rojo y azul, del equipo de sus amores, tal cual lo querían sus familiares, y como en más de alguna oportunidad lo manifestaron tanto Jazmín como Yahir.
Su idea de estar juntos trascendió a la muerte y luego de recibir el sacramento del matrimonio fueron sepultados nuevamente, esta vez juntos y para siempre.
En medio del dolor de la pérdida de estos jóvenes, la familia logró realizar esta especial ceremonia. Juana Godoy, madre de Jazmín, comentó que "igual revivir todo el momento fue una pena grande, pero estoy tranquila porque pude cumplir con lo que ellos más querían y que era estar juntos para siempre".
Godoy agregó que "es un esfuerzo grande, pero acá los tuvimos vestidos hermosos por fuera de sus ataúdes, con su ropa de novios y una fotografía de cada uno. Son mezclas de sentimientos, por una parte mucho dolor pero por otra parte la tranquilidad de que ya van a estar juntos".
La ceremonia se realizó con todos los familiares y amigos vestidos de azul y rojo. Su nueva tumba fue alhajada con poemas, fotografías de la pareja y unos muñecos vestidos de novios que simulaba a la pareja.
Luego de la ceremonia religiosa se realizó un brindis entre los asistentes, el que no estuvo ajeno a los llantos que despidieron a los jóvenes.
La madre de Jazmín comentó acerca de cómo nació la iniciativa. "Esto fue algo que se pensó y la idea era que se pudieran sellar las tumbas con ellos dos juntos para siempre".
Mientras en el cementerio municipal muchas de las personas que pasaban a ver a sus difuntos no pudieron evitar el darse cuenta de la celebración que se realizaba y curiosos se acercaron para entender. Muchos de ellos terminaron participando a su modo de este matrimonio.
La celebración continuó en una casa, donde se realizó el brindis y la fiesta en honor a los jóvenes. Tuvo de todo lo que tiene un matrimonio común como champaña, bebidas, y amigos que compartieron recuerdos, bromas y risas.
Incluso la tradicional torta para novios no estuvo ausente en la celebración, todo matizado con el recuerdo de la vida de estos dos jóvenes que con su partida unieron aún más a las familias, no solo por el dolor sino por la tranquilidad de verlos hoy por fin unidos después de un largo año en el que el único anhelo era tener un sitio en común para visitarlos en el camposanto copiapino.