A contar de esta semana, todos los sábados a las 19.00 las pantallas de UCV-TV emitirán 'Pueblo chico, gente grande', un programa dirigido por Catalina Vergara y Cristián Soto, que en ocho capítulos recorrerá de norte a sur las historias de ocho remotos pueblos chilenos. Aislamiento, naturaleza bellamente hostil y la lucha cotidiana se nos muestran en una inmersión cargada hacia el valor de las pequeñas cosas.
Los directores de la serie cuentan que los motivó conocer y explorar las vidas de personas que por diversos motivos se alejaban del mundo moderno, lleno de comodidades, así como descubrir y retratar lugares desconocidos. Tras postular por tres años seguidos el proyecto, finalmente el año 2012 ganaron un fondo del Consejo Nacional de Televisión.
- C.S.: Partimos realizando una investigación sobre los caseríos que quedaban en Chile y luego nos contactamos con algunos lugareños para conocer más específicamente sus vidas. Visitamos los lugares y entablamos una relación con ellos. Nos dimos cuenta que lo común que sucede en estos lugares es que están desapareciendo por la falta de oportunidades y porque los jóvenes deben emigrar para buscar alternativas.
-C.V.: Al tratarse de lugares desconocidos, la investigación se caracterizó por recorrer grandes distancias y en terreno ir buscando estos caseríos y conociendo a estas personas. Estos lugares no aparecen en los mapas, ni hay información accesible sobre ellos. Por lo mismo tuvimos que realizar varios viajes visitando distintos lugares, para luego seleccionar los personajes e historias.
- C.S: Ya habíamos codirigido juntos el largometraje documental 'La Ultima Estación'. Catalina siempre ha realizado la producción de nuestras piezas y yo me encargo de la fotografía y la cámara. En el caso de esta serie ideamos una estructura para todos los capítulos y teníamos un trabajo de mesa constante para ir descubriendo la historia. Armamos los ocho guiones y luego cada uno dirigió cuatro capítulos.
- C.V: Nos dividimos el trabajo en terreno, durante la investigación y en la realización también. Cristián, por ejemplo, en un comienzo investigó y recorrió más la zona norte del país y yo el sur, buscando estos pequeños pueblos. Siempre nos íbamos apoyando y conversábamos las distintas situaciones que iban sucediendo durante las grabaciones.
- C.S.: El proceso de grabación transcurrió durante un año. Fueron entre seis y ocho jornadas de grabación por pueblo, que dividimos en dos viajes. En la primera etapa nos interiorizábamos de la historia, observábamos la rutina de nuestros personajes y el conflicto que tenían. Al llegar a Santiago armamos el material grabado y realizábamos un trabajo de mesa. En el segundo viaje desarrollábamos la historia y su final. En esta serie se nos cayeron muchos capítulos, sobre todo porque era difícil comunicarnos con las personas en los lugares. Tuvimos que descartar muchas historias y volver a buscar otras.
- C.S.: En algunos lugares, en un principio tenían mucho recelo y tuvimos que generar con ellos muchos lazos y vínculos. Ellos siempre pensaban que esto era un reportaje, que íbamos a estar un día y luego nos iríamos. Fue difícil en primera instancia explicar nuestros objetivos, pero al conversar y saber sus necesidades, entendieron que era una buena posibilidad de poner sus vidas y sus conflictos en pantalla para que el país pudiera entender las necesidades que sufren en estos lugares. Cuando finalmente se abrían a la posibilidad de que sus vidas fueran grabadas fuimos con mucho cuidado y respeto para no interferir en sus rutinas. Ellos viven con otro tiempo y para no interrumpir su espacio grabábamos lo justo y necesario.
- C.S.: Vimos un tipo de vida bien simple, en algunos casos muy rudimentaria, como de otra época. En el caso del norte se siente aún más la lejanía, al ser menos poblado y tener el infinito desierto alrededor. En el sur que está más poblado y hay varios caseríos unos cerca de otros vimos también la incomunicación entre ellos. El gran punto en común es que la gente joven no está generando raíces en los lugares, prefiere emigrar y salir de ahí. Los más viejos buscan quedarse mantener la tierra de sus ancestros, pero la edad y la dificultades los hacen también pensar en ir a la ciudad. Es una realidad patente que estos lugares con el tiempo irán desapareciendo, es ahí donde esta serie cobra la importancia necesaria de generar un debate nacional, que estamos haciendo por estos chilenos que están en los extremos de nuestro país. Qué herramientas se le dan para seguir cultivando sus tradiciones y el arraigo a la tierra.
- C.S.: Personalmente, Tacora y La Barra. El primero, por la mínima cantidad de habitantes que quedan, son solo quince personas todas adultas mayores. La mayoría de las casas está abandonada y cerrada con candados. Es bastante desolador. La Barra llama la atención porque es un poblado que no aparece en el mapa. Y sus pobladores se organizaron y marcharon a la municipalidad para obtener el derecho a existir como cualquier otro pueblo.
- C.V.: La verdad es que en cada localidad viví experiencias muy conmovedoras. Sin embargo la localidad de Renoval le tengo un cariño muy especial. Toda la comunidad fue especialmente cariñosa y acogedora conmigo y el resto del equipo. Hace un tiempo uno de los fundadores de Renoval, Sandalio Mancilla, el cual admiré profundamente por cómo entendía el mundo, murió. Ese capítulo será en memoria de él. Establecí relaciones afectivas en los distintos lugares, con Don Francisco Navarro y su familia en Seno Obstrucción, con Bryan en Talabre, un niño de tan solo 12 años de edad que me conmovía mientras lo acompañábamos en su último tiempo en su pueblo, antes de irse internado a estudiar lejos de su familia.