El impacto que provocó la actuación de la Selección Chilena de Fútbol en Brasil ha sido profundo. No es tiempo de ahondar en resultados, en calificar las frías estadísticas o lo que los números arrojan tras la participación de la 'Roja' en la cita planetaria del balompié. De hecho, la hinchada y el país en general, esta vez sin fanatismo ni antojos, ha preferido inclinar su mirada hacia dimensiones más significativas del equipo nacional.
Estas dimensiones corren por cuenta de los jugadores, los llamados 'guerrero de Chile', que fueron capaces de entregarlo todo en la cancha, buscando hacer realidad una ilusión y un sueño que no sólo estaba en sus mentes y corazones, sino que también estaba en la aspiración de todo un país.
Es el valor personal, humano, el que emerge tras la competencia, valor que comienza a ser reconocido en el país a través de gestos tan simples como el nombrar a calles o estadios recordando a los jugadores actuales de la Selección Chilena de Fútbol, rompiendo así el paradigma que decía que Chile sólo recordaba a sus personajes cuando morían.
No hay mejor homenaje que hacer saber a aquellos personajes a quienes la sociedad admira y reconoce, que su recuerdo comienza a enraizarse cuando aún nos acompañan. ¿Puede decir eso hoy Copiapó? Probablemente sea una lección que comienza a ser aprendida lentamente.
Los reconocimientos en vida que recibió la fallecida escritora y profesora copiapina Anjela Cuevas, se acerca al homenaje que también encontró el piloto Gino Bianchi -a propósito de deportistas- quien lamentablemente jamás llegó a conocer la calle que hoy lleva su nombre, después de su trágico deceso.
Se trata de otro camino que ha marcado esta selección: no sólo elevar a jugadores y experiencias de vida exitosas a 'modelos de vida' en la retórica, sino que también en verdaderos reconocimientos que permitan valorar a personajes en vida y que de una u otra manera, los comprometan a ellos también con aquello que hoy guía sus vidas y alienta sus esfuerzos, cuando se esfuerzan en el nombre del país.