La familia de José Aravena, un conocido comerciante, cuyo corazón fue sustraído durante una autopsia, espera que el órgano vuelva al cuerpo del vallenarino.
El 14 de febrero Juan Aravena, hijo del poblador fallecido, recibió una llamada telefónica, que le informaba de la indagatoria en el Servicio Médico Legal. "Nosotros nos enteramos que se había hecho un sumario por falta a la verdad. El médico legista dijo que había examinado un órgano y no había sido así. Él extrajo el corazón una vez que realiza las pericias", comentó.
En ese momento supieron de "una irregularidad en el protocolo de autopsia. Ellos tenían en su poder el corazón de mi papá".
Según la investigación del Servicio Médico Legal, se acreditó que el órgano llegó a una universidad en La Serena para la docencia.
La familia de José Aravena relató que la investigación da cuenta que el órgano habría sido entregado a una estudiante de una carrera relacionada con el área de la salud, quien sería hija del facultativo, luego llegó a una universidad para regresar nuevamente al Servicio Médico Legal.
Para la familia esto demuestra que "hubo un abuso de poder, debieron haber informado respecto a qué iban a hacer con el órgano".
Respecto a lo que sucederá con el corazón, Juan Aravena señaló que "como familia pedimos al Servicio Médico Legal que el corazón vuelva a su dueño y que el médico no trabaje más como legista".
Además, sienten temor porque de la misma manera en que le retiraron el corazón, puede haber otros órganos que ya no estén en el cuerpo. Por ello, una de las opciones es una exhumación, un procedimiento que no está claro si se realizará.
El médico
Fernando Córdova, médico cirujano perito del SML hasta abril de 2017, explicó que la razón por la que hizo del retiro del corazón fue para docencia. "Realicé un peritaje al cadáver de una persona que se había auto agredido. La causa de fallecimiento de la persona no tiene ninguna relación con el órgano que este perito decide conservar para estudio. Soy padre de un par de personas que están estudiando carreras de enfermería y tecnología médica en la Universidad Santo Tomás en La Serena. Conversando, me doy cuenta que la cátedra de anatomía no tiene acceso a ningún tipo de órgano normal, un déficit que tiene la educación en nuestro país".
En este caso, el médico señaló que la falta administrativa que comete es que "el órgano sale del SML a dependencias de la Universidad Santo Tomás, lo más importante para mí es que en esto no hay una intención de obtener beneficios personales. La idea era que gente que estaba estudiando una carrera de la salud pueda ver un órgano normal, la realidad y no solo estudiar figuritas o con imágenes".
Agregó que "si uno es objetivo absoluto, convertí un órgano de una persona en objeto de estudio, no sé cuánto pueda causar de daño a terceras persona, más bien es un beneficio para quienes estudian esta área (...) Si yo no hubiera conservado el órgano a estas alturas el órgano no existe".
Según explicó el corazón fue conservado en una solución de formaldehido para que permaneciera en condiciones observables hasta que se decidiera desecharlo.
El otro dolor
José Aravena tenía 63 años y era dueño de una fábrica de muebles en Vallenar. Siempre con esfuerzo y a pesar de ser analfabeto, logró superarse y ser reconocido en su labor.
En 1988 fundó la mueblería que sigue funcionando hasta hoy. Sin embargo la alegría comenzó a apagarse luego de un accidente laboral. "Mi papá tuvo un accidente el 11 de septiembre de 2015, se amputó un dedo de manera completa, el dedo medio de la mano izquierda y el dedo índice con el pulgar también quedaron dañados", explicó Juan Aravena, su hijo.
La situación lo afectó emocionalmente, estaba con terapia sicológica. Pero el 4 de noviembre de 2015 hubo un golpe para él, le avisaron que lo iban a derivar a Santiago a otra cirugía para amputar el dedo índice y el pulgar.
Esto detonó una discusión al interior de la casa, estaba en un periodo depresivo, ya no quería vivir más. En su residencia tenía un arma de fuego, por ello el temor de sus cercanos era que la usara, nadie más que él sabía el lugar en que la guardaba. "Empezó a amenazar, llamamos a carabineros para que hicieran un allanamiento y sacaran el arma de fuego, o lo retiraran de la casa para que nosotros buscáramos el arma. La tenía guardada en un lugar que solo él conocía, por eso llamamos para que lo sacaran y pudiéramos buscarla", dijo.
Sin embargo, luego de la llegada de Carabineros hubo una mayor tensión. "Llegó un sargento con un carabinero alumno, el sargento se saltó los protocolos y mi padre terminó con un forcejeo con el carabinero alumno y se terminó disparando".
Cuenta que "el sargento le pidió el arma y mi papá le pasó el padrón, el documento que avala la tenencia del arma de fuego. El sargento le pidió tres veces más el arma de fuego, siendo que mi mamá le había dado la autorización para allanar, diciéndole que él estaba con depresión. Le dijo: "partiste hueón a buscar el arma y hizo sonar los dedos en la cara", sentenció.
Fueron solo segundos en que su padre, quien atravesaba una depresión severa, se encerró en la pieza y luego salió "con el arma en las manos, salió amenazando con el revolver en su boca, como apareció atrás el carabinero alumno se produjo el forcejeo y mi papá termina falleciendo", se disparó, suicidándose.
Luego de la muerte de su padre, concurrieron hasta la Contraloría General de la República en busca de respuesta ante el actuar de Carabineros. Debido a esto, hubo una investigación administrativa y relató que en febrero les llegó una carta del organismo reconociendo que "Carabineros se había saltado los protocolos en el caso".